
29 Jun LA ESCLAVA NUEVA (DE VERDE)
Entrevista a Polimnia, la esclava macedonia de La daga de zafiro.
Ya sacamos a la luz la transcripción de uno de los documentos hallados en el archivo del Janículo, levemente formateado para adaptarlo al esquema moderno de entrevista; sin más alteración que la actualización de unos cuantos términos y el uso de la persona de respeto al que estamos acostumbrados en dicho género. Entre los restantes documentos puede merecer la atención de quienes hayan leído “La daga de zafiro” o experimenten cierta curiosidad por leerla el juego de preguntas y respuestas dirigido a Polimnia, la esclava macedonia adquirida por el exquiriente Diomedes en Atenas – en realidad por su hermano Memnón, extralimitando los poderes conferidos-, sin cuya perseverancia el enigma del tribuno muerto sobre la nieve habría sido mucho mas difícil de dilucidar. Éste sería el traslado anunciado:
– Cuando los romanos se la llevaron de su pueblo ¿pudo pensar que acabaría dedicada a un trabajo tan singular como el de ayudante de exquiriente?.
– En realidad no me considero tal cosa. Me interesa dejarlo claro para no generar recelos a Baiasca. Simplemente en Atenas los acontecimientos rodaron de tal manera que me vi metida en todos los líos; aunque reconozco que me parecieron tan emocionantes que seguí adelante por todos ellos.
– Lo que le valió, entre otras singularidades, conocer el reino de los muertos, ser perseguida por un tribuno legionario sin ninguna ropa y nadar varias horas en la tinaja de un lechero.
– Al margen de que no vuelva a probar la leche en mi vida, lo segundo fue lo que mas miedo me dio.
– ¿Y el reino de los muertos?.
– Lo siento pero no puedo quebrantar el secreto. En cuanto a lo que discurría al salir del pueblo, obviamente nadie prevé que le vaya a suceder todo eso.
Lo único que pensaba cuando me llevaron a vender era en escaparme.
– Se diría que luego se le pasó esa idea.
– Es que el trabajo con Diomedes me gusta más que lo que se puede hacer en un pueblo macedonio.
– Todas esas experiencias y alguna más tuvieron un denominador común: usted volvió sin su túnica verde.
– Sólo me la quité cuando no tuve mas remedio. Y siempre conservé las prendas de abajo.
– ¿Cuestión de educación macedonia?
– Mas bien cuestión de decencia y de suerte que no me hizo falta quitarlas.
– Una cuestión comprometida: ¿Diomedes o Memnón?
– Diomedes. Resulta bastante más de fiar.
– Y no le regala pulseras espantosas.
– Fea sí que era pero conste que agradecí el detalle.
– Memnón no leerá estas líneas: ¿la conserva?.
– Sí. Otra cosa es que no me la ponga demasiado.
– Tengo entendido que va camino de Roma.
– Legalmente me toca ir donde quiera Diomedes.
– Aparte de eso ¿le apetece?
– Me apetecen mas casos de exquiriente, y tengo entendido que en Roma es donde se encuentran los peores criminales y los mayores enigmas.
– Obviamente junto a los mayores peligros…
– Eso supone mayores emociones. Tenga en cuenta que sé la fecha de mi muerte.
– Entre los riesgos principales, pueden contarse los celos que por lo visto despierta usted en Baisca.
– Creo que no son celos por mi persona. Más bien es que le recuerdo que hacía ella antes y creo que lo echa de menos.
– Por competir con usted llegó a disfrazarse de bacante y circular por Atenas vestida con pámpanos…
– Ahora ya sabe lo que sentía yo cada vez que perdía la túnica verde.
– Aunque se le haya apagado el anhelo de fugarse, ¿piensa usted en la manumisión, como hacía Baisca antes de conseguirla, o le resulta indiferente en estos momentos?
Con un amo como Diomedes no encuentro gran diferencia con ser libre.
– Mientras trate con mujeres de buen ver, ni siquiera llega a ser consciente de que es el amo.
– En realidad es así con todas las mujeres y lo encuentro uno de sus encantos.
– ¿Habrá algún día exquirientes femeninas?
– Yo creo que a estas alturas Baiasca puede considerarse exquiriente a todos los efectos. Otra cosa es que trabaje en equipo.
– Y usted, dando por supuesta la manumisión, ¿se ve como exquiriente en el futuro?
– Con experiencia acumulada y un equipo como el que tiene Diomedes ¿por qué no?.
– Una última cuestión: si la dejasen competir con las mujeres libres y con un poco de entrenamiento, ¿ganaría una palma en la carrera de los Juegos Hereos?
– No lo descartaría siempre que me persiguiese el poeta anacreóntico de los granos.
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