El ateniense Diomedes llega a Roma para hacerse cargo de la herencia de su tío Alcímenes. Descubre que ésta se reduce a su despacho de exquiriente –que es la denominación de la época para el investigador privado– y a su ayudante Baiasca, una esclava que viste de azul.
Obligado a seguir con el negocio, Diomedes recibe a los primeros clientes: un gladiador veterano que sospecha que le hacen trampas en el anfiteatro, una joven patricia horrorizada porque a su padre lo ha asesinado la mismísima diosa de la venganza, el propio Julio César, que desea una discreta investigación sobre el atentado sufrido mientras compartía el lecho con Cleopatra.
DIOMEDES
Ateniense por nacimiento y por convicción, persuadido de que “sólo por un oscuro designio de los dioses caminan erguidos los romanos”, nada quedaba más lejos de su ánimo que instalarse en la Urbe para esclarecer los numerosos crímenes de sus habitantes. Acudió, sin embargo, para recibir la herencia del tío Alcímenes y le tocó asumir el negocio y sus responsabilidades. Lo hace mejor de lo que él cree, aunque hay que reconocer que no sería lo mismo sin Baiasca y que, además, tiene un poco de suerte.
ALCÍMENES EL TEBANO:
El tío que nombró heredero a Diomedes entre sus muchos sobrinos, porque le constaba que siempre cumple con su deber; en vida pesadilla de los criminales romanos, incapaces de escapar a su perspicacia y a sus recursos variopintos. Lástima que le gustase demasiado el juego y que el propio fuese, lógicamente, el único asesinato que no podía investigar.
BAIASCA
Por un lado la esclava de Alcímenes, incluida en el inventario de su herencia; por otro, la ayudante que todo exquiriente desearía tener, por discreta, oportuna y lista y por lo bien que le sienta ir vestida de azul. Tiene dos grandes anhelos: ser libre y volver a la tierra de los cémpsicos, aunque parece la única que sabe dónde está.
MARCIA
Sería la mejor actriz de Roma si no tuviese tan pocos años y si a las mujeres les dejasen actuar. En cambio nadie les prohíbe ejercer como exquiriente; y el contacto con uno de ellos puede dar buenos motivos para las artes de la simulación y el disfraz.
SIDEROBROS:
El gladiador más popular de Roma, a punto de retirarse para cultivar coles, que junto a las lecturas de Homero es su vocación verdadera, siempre que venza en su último combate. No teme a nadie en la arena, pero sí a lo mucho que puede ganarse apostando en su contra.
ELIO MANLIO HELVÉTICO
Fue un héroe de guerra en las Galias, único sobreviviente de su cohorte tras una terrible matanza. Gloriosamente retirado en la Urbe, no acaba de comprenderse por qué ha aparecido muerto en su dormitorio, apuñalado por la mismísima diosa de la venganza.
JULIO CÉSAR
También él puede necesitar un exquiriente tras librarse por muy poco de un atentado, en especial si se requiere una investigación discreta fuera de los cauces oficiales; porque su popularidad podría menguar si se supiese que el escenario fue la cama de Cleopatra.
Te gustan las novelas sobre el mundo romano, sin tomarlo demasiado a la tremenda.
Te gustan los enigmas aparentemente insolubles, en los que vas a medias con el investigador.
Te caen mejor los griegos decadentes que los romanos.
Eres un purista de la arqueología, al que enfadan los pequeños anacronismos voluntarios.
Te fastidian los protagonistas narradores que ironizan sobre sí mismos.
Eres un criminal romano, llegado hasta nuestros días, que odia a los exquirientes.
«Mi opinión sobre su obra es que es, sencillamente, excelente. El estilo es de lo más agradable, suelto, ligero, que obliga a no dejar el libro de las manos. La trama está muy bien montada, y la inserción de personajes como Julio César o Cleopatra la hacen de lo más atractiva. Creo que ha creado un personaje que ya cuenta con vida propia, y al que hay que seguir en sus investigaciones”
Juan Ramón Zaragoza, autor de la novela Concerto Grosso ganadora del premio Nadal.
“Casi desde el principio la novela adopta un ritmo trepidante de personajes y hechos, ambientados en la antigua Roma, demostrando un maravilloso conocimiento por parte del autor de dicha época y lugar y una ingeniosa imaginación, por no hablar de un estilo literario muy personal y absolutamente genial. Todo ello salpicado de intriga bien argumentada y un humor inteligente y agudo.»
Reseña de Hislibris, blog de libros de Historia.
«Los personajes están bien diseñados, con un gran sentido del humor y coherencia. La narración permite al lector no sólo seguir los numerosos casos que se desarrollan simultáneamente, sino también plantear sus propias hipótesis sobre la posible solución de cada misterio. El protagonista Diómedes es el narrador que describe los acontecimientos con un humor lleno de sarcasmo, ironía y grandilocuencia. Es especialmente carismático por presentarse como una persona real, de recursos limitados y reacciones reales.”
Blog de reseñas La Quimera lee.
«Las idas y venidas del joven Diomedes por Roma permiten al autor ofrecer una visión mordaz de la capital del imperio romano y una divertida caracterización de sus tipos sociales: gladiadores, mendigos, mercaderes y usureros, patricios ociosos, etcétera, jugando siempre con ingenuos anacronismos. Por otra parte, el autor no rechaza la posibilidad de ir colocando referencias a la cultura clásica.”
Josep M. Morreres i Boix.
La llamada de una princesa hace partir a Diomedes, definitivamente incorporado a la actividad de exquiriente, hacia el lejano Bósforo Cimerio. Debe investigar la muerte del príncipe heredero, abatido por un rayo divino cuando cazaba en el bosque sagrado de la diosa Diana, al que sólo las vírgenes pueden tener acceso. Según un viejo dicho de su oficio, “cuando te digan que un dios olímpico ha matado a una persona, casi siempre hay alguien más”. Además de la ocasión de corroborarlo, el viaje deparará a Diomedes un par de reencuentros gratos: el mundo helénico en versión arcaica, congelado en aquel remoto paradero, y Baiasca, que no ha conseguido llegar a su anhelada tierra de los cémpsicos y necesita que su destino reciba otro empujón.
DIOMEDES
Sigue en Roma, aunque su opinión sobre los romanos no ha variado y continúa añorando la vida en Grecia. Su crédito como exquiriente hace pasar por su consultorio casos de alto nivel; por ejemplo, el que reclama su presencia en el remoto reino del Bósforo Cimerio y le promete su peso en oro a cambio de averiguar si fue realmente la diosa Diana, protectora de la decencia y de la castidad, quien abatió en su bosque sagrado al príncipe Polemón, bastante ajeno en vida a tales virtudes.
PRINCESA IRIDIA:
“Fragante como el jazmín e inquietante de la pantera”, según la define su embajador, es la hermana del príncipe asesinado y aparente beneficiaria de su muerte, que la convierte en la heredera del trono. Y sin embargo es quien hace llamar a un exquiriente de la lejanísima Roma y le ofrece una fortuna si pone al asesino en sus peligrosas manos.
LAODICEA
Suma sacerdotisa del templo de Diana, es decir, la Artemisa griega, que en el Bósforo no se limita a perseguir ciervos con su arco. Al contrario, es una divinidad temible a la que encantan los sacrificios humanos. Que sus rayos fulminen a quien profana su santuario no puede parecer mal a su máxima representante.
BAIASCA
La que fue esclava de azul –y la auxiliar perfecta para un exquiriente– partió libre hacia la tierra de los cémpsicos pero la mala suerte le desvió el destino. La investigación sobre la muerte de Polemón y los caprichos de la princesa volverán a cruzar su camino con el de Diomedes; justo a tiempo, porque por una serie de circunstancias Baiasca está necesitando más que nunca un amigo.
REMALTACES
General del ejército del Bósforo, además de prometido de la princesa Iridia y gobernador de Navarís. Tiene miras altas sobre la gloria de su país; pero se quedan muy chicas si se las compara con las que alberga sobre la propia gloria.
Has leído “La esclava de azul” y quieres un poco más de lo mismo.
Te gustan los viajes exóticos en la geografía y en el tiempo.
Cuando un dios olímpico comete un homicidio tiendes a pensar que habrá alguien más.
Piensas que todo lo relacionado con la antigüedad clásica debe tener un tratamiento solemne.
Te gustan los libros espesos y largos, que se quedan muchas semanas en la mesita.
Estás embarazada y te agobia la posibilidad de ponerte de parto en medio de la pradera escita.
“Si bien la complejidad de la trama es menor, el humor aumenta de tal forma que la calidad se compensa hasta llegar al nivel de su predecesora. Si te gustó la primera parte de esta saga, este libro constituye una buena secuela con la que continuar las peripecias de Diómedes y terminar sus aventuras con un buen sabor de boca.”
Blog La Quimera lee
“Aún más fresca y divertida que la anterior si cabe, en ocasiones diría que desternillante, como si ya hubiera cogido carrete o hubiera completado su rodaje. En pocas palabras, todo lo que llevo leído de Joaquín Borrell me ha subyugado de tal forma que, si no me pareciera un atrevimiento inadmisible, le pediría personalmente que escribiese más y más obras.”
Blog hislibris
De regreso desde el Mar Negro con Baiasca, Diomedes hace escala en Atenas. Es tiempo de reencuentro con la familia y los amigos; pero también con los enigmas, porque un tribuno romano ha aparecido muerto en la nieve, justo bajo la ventana de quien fue la novia del tío Alcímenes antes de que éste partiese hacia Roma. A Diomedes no le queda más remedio que asumir la investigación, presionado por una doble circunstancia: la gravedad del crimen, que pone en peligro la misma subsistencia de su ciudad natal, y la responsabilidad de jugar en casa.
DIOMEDES
De vuelta hacia Roma desde el Bósforo Cimerio, la escala en Atenas puede considerarse obligada. Además de respirar los añorados aires helenos y de enseñar a Baiasca los portentos de la ciudad, piensa pasar unos días relajados con la familia y los amigos. Le consta que también allí hay romanos, constituidos en fuerzas de ocupación; pero ignora que le esperan igualmente los enigmas, que deberá afrontar bajo una doble presión inédita: por un lado el futuro de Atenas puede estar en sus manos, por otro le toca superar las complicaciones de jugar en casa.
ELSEIA
Años atrás, a punto de casarse con el tío Alcímenes, rompió el compromiso porque él había perdido en el juego una valiosa joya familiar. No ha aparentado echarlo en falta hasta que el asesinato de un tribuno romano, del que ella es la única sospechosa –el cadáver apareció bajo su ventanasin huellas en la nieve– le ha hecho necesitar un exquiriente. Sin embargo el que se ha presentado no es el antiguo prometido, sino su sobrino además de socio Diomedes.
MEMNÓN
Dos características quiebran el extraordinario parecido de Memnón con su hermano Diomedes: un mechón de pelo blanco y su éxito espontáneo con las mujeres, para igualar el cual Diomedes necesita, como mínimo, librarlas de una acusación de asesinato. También puede considerarse una nota diferncial el instinto para complicar las cosas.
AGLAÉ
Pudo ser novia de Diomedes, aunque la conexión no funcionó, y se ha convertido en sacerdotisa de Hestia. Alejandrina de origen, está convencida de las ventajas del método oriental sobre el aristotélico; y encuentra muy estimulante la posibilidad de demostrarlo en Roma trabajando como exquiriente.
BAIASCA
Las grandezas de Atenas y el entusiasmo local le interesan, pero no tanto como a Diomedes le gustaría. Para empeorar las cosas sólo falta que Leucolena, la hermana rica de Diomedes, la introduzca en el ambiente de las termas, los masajes y las tiendas caras de la ciudad. Por suerte para la investigación la concurrencia de Polimnia, la nueva esclava macedonia, activará la emulación y hará resurgir a la auxiliar perfecta de siempre.
ÓPIMO ARCTO
Procónsul romano en Atenas, es un helenófilo declarado, admirador incondicional del pasado y de la cultura de Grecia. Por eso está haciendo respetar el viejo derecho de asilo y ha encomendado el veredicto al tribunal ciudadano del Areópago. No obstante, como observa Diomedes, la naturaleza no produce gatos con alas ni romanos tolerantes; de modo que algo debe de haber detrás.
POLIMNIA
Esclava macedonia, adquirida por Diomedes de manera un tanto fortuita pero decidida a poner todo su empeño en las investigaciones. Aunque auxiliada por Memnón, tiene una habilidad innata para meterse en jaleos, de los que, contra su voluntad, casi siempre sale con menos ropa que a la entrada.
Tras “La esclava de azul” y “La lágrima de Atenea” tienes ganas de seguir con Diomedes y Baiasca.
Te apetece un paso por la Atenas clásica y algo decaída del siglo I A.C.
También te apetece conocer un poco a la familia de Diomedes y el pasado sentimental del tío Alcímenes.
Te cae mal el mundo griego y te alegras de su decadencia.
Piensas que la novela detectivesca y la antigüedad clásica nunca se deberían combinar.
Cuando ves una trama en la que el tiempo apremia te dejas contagiar por el estrés.
Venecia, siglo XVII: El veterano maestro Lattaio recibe al joven Diego de Velázquez, de viaje por Italia y a su instancia le narra la verdad del certamen pictórico celebrado en Parma sesenta años atrás; cuando, enfrascado en reproducir el mito de Perseo, Andrómeda y el dragón, el amparo de una fugitiva misteriosa, obsesivamente perseguida por el jefe de policía, modificó sus criterios sobre el arte y aproximó a sus protagonistas a las categorías del mito.
FELICE RIGHETTI
Como pintor de fama recibirá el sobrenombre de Maestro Lattaio; pero al tiempo de la novela es poco más que un debutante, únicamente aceptado en el certamen convocado por el Duque de Parma por influencia de su tío Ugolino, en cuya parroquia vive y pinta. Atraviesa un serio atasco en su labor creativa cuando un carro desbocado y la fugitiva que llega en él, perseguida por la policía, cambiarán su concepción del arte y su vida. Sin embargo también aprenderá que pintar al héroe Perseo, que libró a Andrómeda del monstruo que iba a devorarla, resulta más fácil que encarnarlo.
ANDRÓMEDA
En los tiempos mitológicos fue una princesa etíope, entregada por su padre a la voracidad del monstruo para eludir una maldición divina. En carne y hueso y transportada al siglo XVI huye, por buenos motivos, del implacable jefe de policía Lo Sparviero. Indudablemente activa la inspiración del joven pintor; aunque las heroínas de la mitología tiendan, lamentablemente, a diluirse en constelaciones inalcanzables.
LO SPARVIERO
Parece obvio que en la respectiva asunción de papeles le va a corresponder el monstruo. Se lo gana a pulso por chulesco, pendenciero y reiterativo, obsesionado como está por la captura de la fugitiva. Cree, con sólidos argumentos, que no tiene rival espada en mano; pero quizá debería desconfiar de otra espada, con independencia de quién la maneje.
TÍO UGOLINO
Además de sus ocupaciones como párroco le toca asumir la promoción de su sobrino, a quien ha criado y a quien apoya incondicionalmente, por mucho que le abronque y que rezongue. Aspira a convertirse en el nuevo capellán del duque; pero no parece que vaya a puntuar a su favor que la fugitiva más perseguida por la policía ducal se esconda en su iglesia.
MENICA
Criada encargada del mantenimiento de la iglesia y a la vez aliada eficaz e ingeniosa cuando conviene despistar a un policía demasiado insistente.
Te interesan las obras que reconstruyen el proceso creativo.
Te atrae cómo se difumina la línea divisoria entre la realidad y el mito.
Cuando viajas te lo pasas bien visitando museos.
Las Bellas Artes te parecen un reducto para especialistas, que no debe interactuar con una trama de ficción.
Exiges que el desenlace de una novela se ajuste a la rigidez de la lógica, sin dejar margen para la fantasía.
Piensas que para el arte figurativo ya está la fotografía y sólo te gusta la pintura abstracta.