Seguro que el mundo sería mejor sin villanos, esos seres malévolos empeñados en perjudicar a los demás, pero ¿qué haríamos sin ellos en la literatura y el cine? “Pensando en Esmeralda” selecciona a unos cuantos, inocuos porque son ficticios, porque no merecieron la etiqueta o porque tuvieron su parte de razón, e intenta comprenderlos o los homenajea. Se advierte que lo hace en verso; y, aunque esto eche atrás a algunos, respetando las reglas de la métrica y a veces hasta las de la rima.
CLAUDIO FROLLO
o sea, el malo de Nuestra Señora de París. Enamorarse perdidamente de una gitana no parece recomendable para ningún clérigo. Sin embargo volverse asesino y perjuro por ella al tiempo que se cree en el castigo eterno resultará infame, pero requiere mucho valor.
MILADY DE WINTER
está claro que no hace cosa buena en toda la trama de Los Tres Mosqueteros. Sin embargo, ¿seguro que esos diez individuos que se juntan para matarla, todos para una, son los buenos?
CAPITÁN GARFIO Y OTROS PIRATAS
la ficción no hace un retrato favorecedor de James Hook, para nosotros Garfio, pero tampoco se molesta en indagar qué le llevó a Nunca Jamás. A lo mejor sólo fue un exceso de imaginación. En cuanto a los piratas de Astérix, quizás tanta perseverancia –unida a tanto chovinismo francés- debería convertirlos en los verdaderos héroes de la trama.
ERIS
no es de las figuras más conocidas del panteón griego, pero sí la más temible: la diosa de la discordia, que emponzoña todo lo que toca. Que nunca se erigiese un templo en su homenaje puede parecer natural; pero quizá convenga una reflexión sobre los auténticos motivos.
BARBOSA
elegido mejor portero del Mundial de 1950; y a la vez un villano irredimible para los brasileños, porque un disparo uruguayo en la final pasó a muy pocos centímetros de su mano. Ya viejo, sintiéndose morir, no es de extrañar que lo lamente.
TOM EL MIRÓN
Lady Godiva, esposa del señor de Coventry, se ofreció a cabalgar desnuda por la ciudad para que el marido no subiese los impuestos, los ciudadanos respondieron cerrando las ventanas para no verla. Para un sastre, que pasará a la historia como Peeping Tom, puede ser una exigencia imposible.
Opinas que no hay que descalificar a nadie sin escuchar sus razones primero.
Lamentas que el autor haga trampas para que gane el bueno.
En el fondo te gusta la sonoridad de medida y rima, al menos por un ratito.
Ves la vida bicolor: todo ha de ser blanco o negro.
Eres un villano malvadísimo a quien molesta que hagan bromas sobre su gremio.
Entiendes que la poesía consiste en tomar un texto y llenarlo de puntos y aparte.