En plena guerra carlista el teniente Baleztena, militar de carrera, es enviado al valle del río Matarraña como enlace del rey. Allí tiene su base el general Cabrera, cuya fama bien ganada de sanguinario está a punto de acrecentarse porque el enemigo amenaza la vida de su anciana madre. Cinco mujeres, esposas o hijas de liberales, se hallan en poder de los carlistas y serán la moneda de cambio si la anciana perece. Mientras trata con ellas el teniente percibe que en ocasiones la guerra plantea alternativas demasiado drásticas.
TENIENTE BALEZTENA
Oficial carlista de alta cuna, escrupuloso en el cumplimiento de su oficio y de las reglas de la caballerosidad, remitido por el rey como enlace con su ejército de Levante. El contacto con el general Cabrera, aficionado a romper todas las reglas académicas y a jugar más de la cuenta con la muerte, implicará un duro contraste entre varios deberes de muy distinta especie. Una situación límite y su sentido de la justicia le llevarán a una decisión igualmente extrema, con el propio general como destinatario; en la que andarán rigurosamente equilibradas las posibilidades de éxito o fracaso.
EL CONTADOR
Desde su contaduría de hipotecas inició por su cuenta su propia versión de la revolución carlista. Comparte con Cabrera, que es su modelo, el desprecio por la vida de las propias tropas y, más aún, de los enemigos; pero en el trato con las mujeres su carácter chulesco desaloja los modos forzadamente galantes de su superior.
LAS PRESAS LIBERALES
Son cuatro, ajenas, al menos en apariencia, al peligro que se cierne sobre ellas. Laya Velicia está separada de un diputado, aunque el cabo de la patrulla carlista que interceptó su diligencia no entendió ese concepto. Delia Estrada, que guardaba en casa un trofeo mal comprendido, ganado por su padre en la lucha contra el francés, tiene permiso para acudir cada día a la tienda familiar en Beceite. Emilia Bel delató a la madre del general Cabrera, prácticamente sin querer, y propició su detención por los cristinos. Su hija, Inés Rosell, tiene dieciséis años y se está tomando la ocupación carlista como un juego. Aún cabe añadir a Elena Larraz, casada con un oficial carlista malherido, que ha acudido a cuidar a su esposo; pero los antecedentes liberales de su familia pueden implicar un peligro muy grave.
RAMÓN CABRERA
General del ejército carlista, ex seminarista y autodidacta, con una profunda desconsideración hacia el arte de la guerra tal y como lo practican los militares de siempre. En 1836 aún no ha adquirido su futuro sobrenombre de “Tigre del Maestrazgo”; pero ya ha dejado pruebas abundantes de su talante duro, en muchas ocasiones francamente sanguinario. Su mayor preocupación no es el enemigo que tiene enfrente, sino la suerte de su anciana madre, detenida por los liberales en Tortosa.
DON PÍO LALIENA
Antes de la guerra fue político y jurisconsulto. Dos de sus tres hijos murieron peleando contra Cabrera; pero éste dispensó la vida del tercero a cambio de que el padre le sirviese como ayuda de cámara. Cada mañana tiene a merced de su navaja de afeitar el gaznate enjabonado del general.
Aceptas versiones libres de hechos reales en nuestra historia.
Soportas bien la dureza de las guerras del XIX.
Tiendes a la empatía con las personas que han quedado expuestas a un drama bélico sin haber tenido parte en él.
Soportas mal el suspense sobre el destino de los personajes.
Te cuesta mirar los fusilamientos pintados por Goya.
Desciendes del general Cabrera o tienes una visión idealizada de él.