GABRIEL VELLISCA
Rumbo al consejo de guerra, por rebelarse contra la atrocidad de un superior en la guerra de Cuba, la escala forzosa del buque en La Palma le da ocasión de evadirse en compañía poco recomendable. La rehén que toman por el camino representa más que un seguro una preocupación adicional, por lo difícil que va a ser mantenerla a salvo de los otros fugados; pero al mismo tiempo la mejor guía posible, aunque involuntaria, para dominar la isla.
TENIENTE ELGUETA
Le gustaría ser más alto y tiene muy presente esa carencia. Sin embargo, no hay duda de que cumple con celo todos los deberes de su vida de guarnición. Entre ellos el de dar caza a los fugitivos, aunque una y otra vez la suerte se le muestra adversa, casi siempre con malos resultados para su integridad facial.
COMANDANTE NAHARRO
El servicio en una isla tan tranquila puede derivar en pura rutina y para endulzar ésta hay pocos remedios tan peligrosos como el licor de caña. La situación empeora si detrás media un pasado que se prefiere olvidar, al menos en alguno de sus episodios.
EL MOSTAGÁN Y EL MARQUÉS
El primero había tomado la guerra en Cuba como una buena excusa para matar o forzar a quienes pudieran ser hipotéticamente sus enemigos; el segundo, amante de una criolla, pensó que los rebeldes serían los culpables obvios de cualquier asesinato que conviniera a su interés. Son una compañía poco recomendable para ningún recorrido; pero para una mujer atractiva como Lucía Amelivia el peligro es mucho mayor.